jueves, 12 de julio de 2012

Había nacido para comerse el mundo, no la cabeza.

Esa morena fumaba rubio y comparaba las promesas que hizo, con el humo de su cigarro. Volátiles. Sonido de tacones por el pasillo, oculta sus ojos con el flequillo. Porque su mirada es falsa o porque lágrimas en público es prostituir su alma. Su cintura era estrecha al igual que su círculo de amigos. Mañana serás otro recuerdo, yo lo soy desde que los tengo. Mamá, ni he fumado ni he bebido, estos ojitos son por el cansancio de haber llorado todos los planes que nos prometimos.